Ébola. ¿Sensibilización sin concienciación?

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Si la organización tolera el riesgo, ¿automáticamente el empleado lo debe aceptar?

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Estamos siendo protagonistas de una situación desgraciadamente lamentable. Se trata de un accidente laboral cuya protagonista se debate entre la vida y la muerte (como en tantos accidentes profesionales). Una profesional sanitaria ejerciendo su profesión se contagia de un contaminante biológico durante la realización de sus tareas. Como suele ocurrir en estos casos de accidentes muy graves, lo primero que se pasa por la cabeza es si el “desgraciado” protagonista cumplió con la normativa vigente, es decir, si “por casualidad” este profesional obvió parte del protocolo de actuación. Mi pregunta ante cualquiera de las dos posibles respuestas es ¿qué responsabilidad tiene el empleado y qué responsabilidad tienen los responsables de éste?. Introducir un riesgo antes inexistente en la organización supone haber previsto una serie de evaluaciones anteriores a la introducción voluntaria del riesgo. Cuestiones del tipo ¿estamos preparados para controlar dicho riesgo?. ¿Con qué procedimientos contamos para su control?. ¿Son lo suficientemente válidos y fiables?....

La formación e información que se les da a los profesionales parte de una concienciación, es decir, el grado de favorabilidad o desfavorabilidad que se tiene sobre los resultados de dicha formación e información. No es posible que traslademos coherencia en los mensajes si previamente no se está lo suficientemente concienciado para ello. ¿Se estuvo los suficientemente concienciado a la hora de introducir un riesgo inexistente?. ¿Es congruente, según los resultados vistos hasta la fecha, pedir sensibilización a esta profesional? Ante la última interrogante, mi respuesta es afirmativa, sin embargo para ello es necesario que los responsables (incluyo a todos los responsables independientemente del nivel de responsabilidad que se ostente) tengan más que claro cuál su cometido en esta situación. El famoso error humano, ¿Qué responsables tiene?. La percepción del riesgo al que estaba expuesta la profesional partía de dos aspecto: (1) El riesgo objetivo (nivel al que le explicaron las consecuencias del contaminante biológico), según los responsables se trata de un riesgo tolerable. Tanto es así que, insisto, se introdujo en el organización por primera vez, es decir antes no existía. De no haberse considerado tolerable automáticamente no se hubiera introducido (eliminación del riesgo). (2) El riesgo subjetivo de la profesional partía de esta “tolerabilidad”, sin embargo ¿alguien se preguntó si lo aceptaba?. La organización, en su evaluación del riesgo, lo determina como tolerable; el empleado, en su evaluación subjetiva, lo asume como aceptable. ¿Con qué información y formación contaba esta profesional?, ¿Qué registros hay para poder evaluarlas?

Una de las medidas preventivas para evitar el contagio es la utilización de equipos de protección individual (E.P.I.). En los últimos días se está cuestionando que los E.P.I.´s utilizados fuesen los adecuados. ¿Quién es responsable de dar al profesional un E.P.I. adecuado al riesgo?. ¿Cuántos tipos de E.P.I. homologados existen para evitar este contagio?. ¿Hubo un grado suficientemente alto de concienciación por parte de los responsables para justificar un mal uso del E.P.I. por parte del profesional?. ¿Hubo sensibilización a la hora de quitarse el E.P.I.?. Sin concienciación no hay sensibilización. La cultura preventiva está quedando en entredicho; antes, durante y probablemente ahora en la propia investigación del accidente. Antes de la finalización del informe ya existen voces que achacan como única responsable del contagio a la profesional. Desgraciadamente, es habitual oír este tipo de comentarios, pero la cuestión es: ¿Quién los emite?, ¿Qué tipo de responsabilidad tienen en todo esto?. Estos responsables, ¿estaban, o incluso están en estos momentos, lo suficientemente concienciado del riesgo?

Desgraciadamente estamos siendo protagonistas de un episodio, en mi opinión, clave para determinar cuál es la verdadera cultura preventiva de un país. Sus dirigentes, “altavoces” de la seguridad y salud de los ciudadanos (profesionales o no), deberán defender campañas preventivas desde la concienciación. Insisto, si el responsable no está concienciado no es coherente exigir sensibilidad al empleado.

Fco. Javier Herrán Gamarra