Para ganar adeptos, el vino argentino se vuelve ecofriendly

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Desde variables orgánicas hasta un menor peso de las botellas, cada vez más bodegas suman propuestas comprometidas con el medio ambiente

Por   Sebastián A. Ríos

"Importantes consumidores de vino, como son los australianos, están cada vez más preocupados por el medio ambiente", asegura Harshal Shah, sommelier indio-australiano, miembro de la Sociedad Australiana de Educadores en Vinos. "Todo lo que tenga que ver con un cuidado por el medio ambiente, desde el vino orgánico hasta el menor peso de las botellas, es algo que también preocupa al joven consumidor de vino europeo", precisa Laura Rhys, una de las 30 Master Sommeliers del Reino Unido.

Las palabras de Shah y de Rhys resuenan en uno de los salones del Sheraton Hotel de Mendoza, donde se realiza el seminario "Vinos y estilos exitosos", organizado por Wines of Argentina y la Corporación Vitivinícola Argentina. Quienes escuchan atentos son, principalmente, empresarios bodegueros argentinos, algunos de los cuales ya han comenzado a transitar el camino de la sustentabilidad, como respuesta a la demanda de los amantes del vino del Primer Mundo de mayor compromiso con el medio ambiente.

"En países como Suiza, Alemania, Holanda, Dinamarca, Noruega o Suecia, que el vino sea orgánico es un factor diferencial positivo, y no sólo desde el marketing, sino ya desde las costumbres: mucha gente consume alimentos orgánicos en su día a día y ni siquiera mira dentro de la góndola los alimentos que no lo son", cuenta Patricio Eppinger, gerente general de Ojo de Vino, bodega que elabora en Agrelo, Mendoza, vinos orgánicos, principalmente, para exportación (el 95% se exporta).

Sentado a una de las mesas del restaurante Bernata, en Palermo, uno de los pocos cuya carta de vinos incluye las líneas Ojo de Agua y Dieter Meier Puro, Patricio relata que ambas cuentan con la certificación internacional de orgánico. "Son vinos sin intervención -explica-, sin ningún tipo de producto que no sea natural. Así como el vino no contiene ningún agregado para dar color o para que sea más resistente al tiempo, ya desde el viñedo se trabaja sin usar pesticidas ni ningún otro tipo de químico. Todo se maneja con productos naturales, como el compost; y eso aplica a todo lo que se encuentra dentro de la finca."

Esa no intervención reporta hoy un valor positivo para las bodegas que ofrecen sus vinos en el exterior. "Pero para el consumidor argentino -agrega Patricio-, el factor orgánico es por ahora, con suerte, un factor neutro."

"Creo que la búsqueda de un vino orgánico hoy está más en las bodegas que siguen esa tendencia que en el consumidor de vino argentino", coincide Rodrigo Colombres, director de la vinoteca Espacio G Premium Wine Store.

"El no uso de pesticidas y su reemplazo por productos naturales, al igual que el uso de levaduras indígenas, sin modificaciones genéticas, dan lugar a vinos con un sabor diferente al que está acostumbrado el consumidor argentino -explica Rodrigo-. Los vinos orgánicos tienden a ser generalmente más suaves, más tranquilos; en el paladar de una persona que no suele beber vinos orgánicos pueden incluso parecer como si tuvieran menos cuerpo."

Para Patricio, el resquemor de los argentinos ante los vinos orgánicos se debe a que "las bodegas que históricamente han certificado sus vinos como orgánicos están en terruños menos favorecidos por la naturaleza, como el este de Mendoza. Un vino proveniente de esa zona puede estar bien hecho, pero no va a tener la concentración y los taninos de un vino de Luján de Cuyo; es por eso que quienes han probado con anterioridad vinos orgánicos argentinos pueden pensar que un vino orgánico es un vino castrado".

Afortunadamente, agrega, "hoy el vino orgánico argentino está haciéndose un nombre muy fuerte en el exterior a través de bodegas como Noemía, Chacra, Colomé u Ojo de Vino. En definitiva, el vino es un tema de terruño, y lo orgánico no le quita nada, sino que en todo caso lo libera de químicos y de conservantes".

REDUCIR LA HUELLA DE CARBONO

El compromiso de la industria vitivinícola con el medio ambiente no sólo se expresa a través de la apuesta por el vino orgánico. Un aspecto muy relevante es el peso de las botellas; reducirlo implica menos insumos y un ahorro en el transporte del producto terminado. Menos vidrio, menos peso, menos flete, todo redunda en una huella de carbono -unidad de medida del impacto de una actividad sobre el medio ambiente- más pequeña. Hoy, países como Canadá, por ejemplo, imponen un peso máximo para las botellas de vino que importa.

Recientemente, la empresa fabricante de botellas Veralia Argentina presentó su modelo Burdeos Suyai: la botella con mejor "ecoperformance" del país. Con sus 380 gramos de peso supera a la hasta ahora botella más ecológica del mercado; la Maipo, con 400 gramos.

"En los últimos años hemos reducido entre un 10 y un 15%, en promedio, el peso de nuestras botellas", cuenta Mercedes Álvarez, a cargo de Gestión Ambiental de Chandon Argentina, en comunicación telefónica desde Mendoza. Así, por ejemplo, las botellas de la línea Reserva de Terrazas de los Andes pasaron de 590 a 450 gramos, mientras que las botellas de espumante Chandon pasaron de 820 gramos a 750.

Mercedes enumera algunas de las acciones que hoy ponen en marcha para minimizar el impacto de la viña y la bodega sobre el medio ambiente: disminución del consumo de agua mediante el riego por goteo; reducción del uso de agroquímicos a través de la llamada agricultura de precisión; uso racional de la energía y reemplazo por energías más limpias. "Este año instalamos paneles solares en Terrazas, para reducir el consumo de gas licuado petróleo", cuenta Mercedes, que afirma que la sustentabilidad está hoy en la agenda de las bodegas argentinas.

"En la Comisión de Sustentabilidad de Bodegas de Argentina, entidad que reúne a la mayoría de las bodegas del país, estamos desarrollando un protocolo de sustentabilidad vitivinícola que abarca desde el viñedo hasta el producto terminado -cuenta Mercedes-. Calculamos que en 2014 vamos a empezar a implementarlo."

SELLOS QUE ABREN PUERTAS

La certificación es clave en mercados como el europeo



  • vinoCertificados de productos agrícolas orgánicos
    En su etiqueta, en forma bien visible, las botellas de Puro Dieter Meier exhiben dos sellos que resultan fundamentales en el terreno de la sustentabilidad: por un lado, el Bio Siegel de Alemania, que certifica que se trata de un producto agrícola alimenticio procedente de la agricultura orgánica; por el otro, el de Argencert, la entidad certificadora que, en la Argentina, garantiza las normas de producción orgánica.