Energía ecológica. Qué tipos de energías renovables existen

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La contaminación mundial y los cambios climáticos dados por el efecto invernadero marcan la necesidad de tener energías renovables.
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La producción de energía siempre estuvo ligada a los combustibles fósiles y sus derivados, como el carbón, el petróleo y el gas. Estos provienen de restos orgánicos de animales y plantas que vivieron hace millones de años, no son renovables y su duración es limitada. Por ejemplo, en el caso del petróleo, sus reservas se agotarían dentro de dos décadas.
Sin embargo, este no es el único problema porque, además, contaminan. Los ambientalistas calculan que dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la quema de combustible y la industria. Estas características llevaron a la búsqueda de alternativas. Aquí te contamos qué tipos de energías renovables existen.
Qué tipos de energías renovables existen
Las energías renovables, a diferencia de las mencionadas, tienen dos ventajas principales: provienen de fuentes ilimitadas, como el viento y el sol, y emiten poco y nada de gases de efecto invernadero (GEI), responsables en gran parte del cambio climático. En todo el mundo, constituyen la mejor alternativa a las energías basadas en combustibles fósiles.
En la Argentina, en 2020, la potencia instalada del parque energético ascendió a 41.951 MW. De ese total, el 60% provino de centrales térmicas, el 25% de grandes centrales hidroeléctricas, el 10% de energías renovables (eólica, solar, biomasa, biogás y pequeños aprovechamientos hidroeléctricos, PAH) y el 4% de centrales nucleares.

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Si ponemos el foco en las renovables, vemos que la energía eólica representa el 74%, la solar el 11%, los PAH el 10%, biomasa 3% y biogás 2%. También veremos que, en 2020, su contribución al mercado eléctrico nacional aumento casi un 54%.
El desarrollo de las energías renovables cobró impulso en 2015, cuando se promulgó la ley 27.191. El objetivo de la normativa es que representen el 20% de la electricidad producida en el país en 2025. Una década después, este aporte debería ascender al 30%, lo cual implica instalar, cada año unidades capaces de producir entre 550 y 620 MW.
Como dijimos, la energía eólica, producida a partir del viento, encabeza a las renovables. El viento genera electricidad a partir de la energía cinética, el movimiento que mueve las palas de los aerogeneradores. Estos, a su vez, hacen girar las turbinas que transforman la energía cinética en electricidad. La mitad de la energía de este origen proviene de la Patagonia.
Aunque solo se puede aprovechar el 40% de la energía del sol que llega a la Tierra, esto es más que suficiente para convertirse en un recurso ilimitado y que, por supuesto, no contamina. Ubicado a 150 millones de kilómetros de la Tierra, el sol está compuesto por ¾ partes de hidrógeno y el resto, principalmente, por helio. La fusión de ambos genera energía que llega en forma de radiación electromagnética, para brindar luz y calor.
La energía solar fotovoltaica aprovecha una parte del espectro electromagnético para lograr un efecto fotoeléctrico, gracias a semiconductores sensibles a la luz del sol, compuestos, en general, de silicio. Otra parte del espectro, en tanto, brinda energía calórica. En este caso, el calor acumulado en un sistema que mezcla agua y anticongelante pasa a un circuito secundario para brindar calefacción.
Una tercera opción es la energía solar termoeléctrica, que brinda calor y luz. Los rayos solares, captados con espejos especiales, calientan un fluido que genera vapor de agua capaz de mover una turbina.
Otra opción es la biomasa, materia orgánica utilizada para producir electricidad. Ocupa el cuarto puesto como combustible a nivel mundial, luego del carbón, el petróleo y el gas.
 
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Existen distintas fuentes de materia orgánica. Por ejemplo, los restos de la poda de cultivos, de la limpieza de montes forestales, residuos de la industria alimenticia, de la ganadería o la agricultura. Incluso, la mitad de la basura domiciliaria está compuesta por materia orgánica.
Sin embargo, el principal componente de la biomasa son los residuos de la madera, como astillas, serrín o pellets elaborados con estos. El proceso de obtención de la energía es similar al del carbón y a la energía solar térmica.
La madera se quema para calentar conductos llenos de agua hasta que produce vapor de agua que, a su vez, mueve una turbina que genera electricidad. La gran ventaja de la biomasa es que no depende del viento ni de la luz solar. Sin embargo, para que sea sostenible debe provenir de bosques cultivados.
El biogás, a diferencia del gas natural, proviene de residuos sólidos provenientes de la industria, la ganadería e, incluso, de aguas residuales. Se obtiene mediante la degradación anaeróbica de esos residuos para su posterior transformación en energía o combustible.
El proceso ocurre en cámaras oscuras, sin oxígeno, a unos 40° C, donde los residuos permanecen durante unos dos meses. La acción de bacterias específicas produce metano y dióxido de carbono. El metano brinda poder calórico suficiente para poner en marcha moto-generadores de electricidad.
Finalmente, los pequeños aprovechamientos hidroeléctricos (PAH) producen energía a partir del agua que mueve las turbinas. Pero en esta categoría no entran las grandes centrales, sino las mini y micro, con una potencia instalada de hasta 30 MW.
Los PAH requieren una menor inversión y provocan un menor impacto ambiental. En general, se trata de centrales que abastecen unas pocas viviendas o establecimientos rurales alejados de la red de distribución general.