“La Edad y el Cambio de Velocidades”

Atención, se abre en una ventana nueva. ImprimirCorreo electrónico

Son muchos los cambios que traen los años, pero no todos ellos son desventajas.

eltiempo

La edad le aporta a algunas personas una nueva perspectiva y junto con ella nace un cambio de velocidad en los estados de ánimo.

Los enfados ya no duran lo que duraban antes y suelen parecerse más a un estallido repentino, que a esa nube gris que nos acompañaba durante tanto tiempo por encima de la cabeza.

No es que uno deje de enfadarse, ya que eso significaría que estamos muertos, sino que la duración y la intensidad de los estados de ánimo cambian y comienzan a parecerse más a un estornudo que a una enfermedad crónica.

Con el paso del tiempo vamos tomando conciencia de que con suerte y viento a favor, nos quedan como mucho 20 años en un buen estado de conservación, por lo cual la larga duración de un enfado, no nos compensa en absoluto.

Cuando aparece la conciencia de que el tiempo apremia, la perspectiva de las cosas se altera y una nueva percepción de la distancia modifica también nuestra velocidad. 

Uno empieza a apurar algunas cosas y a demorar muchas otras.

Este proceso se manifiesta de forma inversa en el estado de bienestar; aquel que es consciente de que el tiempo es eterno posterga y aquel que se concientiza de que el tiempo es escaso se apura mucho más en disfrutar.

Ya no hay tiempo para postergar aquello que hasta ahora considerábamos postergable.

La conciencia de la finitud hace que uno empiece a cambiar sus prioridades en la agenda; “postergaré el enfado para mañana…,pero la felicidad es urgente”

Creemos que el tiempo sólo nos ofrece la opción de ir envejeciendo a la vista de todos, pero sin embargo, existe también un proceso simultáneo que va sucediendo en nuestro interior y que permanece oculto.

El marchitarse exterior convive a su vez, con la posibilidad de una regeneración interna y a pesar de percibirnos cada vez más viejos exteriormente, poseemos la capacidad de ir volviéndonos cada vez más parecidos a los niños internamente; esos que disfrutaban de todo y a quienes la rabieta se les pasaba a los dos minutos y con una piruleta.

No es de extrañar que los científicos estén obsesionados con el estudio del tiempo; ya que éste a simple vista erosiona todas las cosas, incluida la velocidad de los estados de ánimo, pero a la vez, el tiempo tiende a autoregenerarse, como si su intención fuera en realidad la de ser eterno.

El tiempo nos da señales de poseer un comportamiento circular, pero nuestra limitada percepción, sólo nos permite apreciar que éste se nos va escurriendo entre los dedos y cada vez más rápido.

Y de no ser así; si tuviéramos un tiempo infinito; estoy seguro de que lo importante seguiría siendo eternamente postergado.

 “Cuando la posibilidad de morir se acerca, la urgencia por estar vivo urge”. JR